Una noche de verano, dos cuerpos desnudos
iluminados sólo por la luna.

Golpe de vaivenes entre tu boca y la mia
hambre de ti, de lo prohibido y excitante.

Sin límites entre la locura
gemidos ahogados, morir y vivir.

Tú sangre desborda y no puedo detenerme
para calmar mi sed con el elixir de fuego que me ofreces.

Las estrellas cubren nuestros cuerpos
los gemidos como ecos seducen a un único testigo...... La Luna

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